28 septiembre 2009

QUITARSE LA CARETA

“Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella”

Este lema se escuchó por mucho tiempo al principio del triunfo de la revolución.

Lo cierto es que después de sofocados casi todos los focos de rebelión, a los que el gobierno comenzó a llamar “gusanos”,” apátridas “ y” contrarrevolucionarios”, se fusiló y llevó a la cárcel a cuantos tuvieron el valor de enfrentárseles de cualquier modo. Otros no encontraron más alternativa que abandonar el país por la vía que encontraron, ya fuera cruzando la franja de tierra que nos separa de la Base Naval de Caimanera, en Guantánamo, ya arrojándose al mar a nado o en precarias embarcaciones o balsas.

Miles de personas buscaron refugio en otros países por la vía legal, mediante una visa concedida por naciones libres, otros aprovechando los éxodos masivos de Camarioca,el puente aéreo de Varadero en los años 60, los sucesos de la Embajada de Perú en l980, que condujo a lo que se llamó más tarde “Los Marielitos” y la revuelta de el 5 de agosto de 1994, que dio como resultado otro éxodo masivo, conocido por “Los balseros”, que refugió en la Base Naval de Caimanera a miles de cubanos deseosos de abandonar el país a cualquier precio. Muchos lo lograron, después de muchos meses de angustia, pues no se sabía a ciencia cierta a dónde iban a parar, si los devolvían a territorio cubano, como les ocurrió a muchos. Finalmente pudieron viajar a reunirse con sus familiares a Estados Unidos.

Otra cosa es los que nos quedamos, por no arriesgarnos en aventuras tan peligrosas o porque no hemos tenido la posibilidad obtener una visa, ya sea de refugiado, por reunificación familiar o mediante un sorteo de visas o desertando durante una visita temporal, o como han hecho que han viajado por motivos de estudios o trabajo y se han quedado en el país de destino o bajado en el primer aeropuerto que han logrado pisar.

El resto que ha tenido que convivir a las buenas o las malas con ese sistema, mayormente han adoptado la doble moral, es decir, vivir con una máscara puesta que nos cubre la conciencia, esa en que nos vemos en la necesidad de tener tapada la cara y los pensamientos al descubierto, como dicen los pusilánimes: -“Te señalas” que es lo mismo que buscarse grandes problemas, desde que pisamos la escuela primaria, hasta para lograr que nos acepten en un centro de trabajo, donde se debe llevar un buen aval. Si no se está “Integrado”, no tendremos derecho ni a los estudios superiores, mucho menos a un empleo decoroso, ya que es requisito indispensable desde los primeros años de vida pertenecer a las organizaciones revolucionarias o de masas, tales como La Unión de Pioneros de Cuba, La Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, la Federación de Estudiantes Universitarios, Las Milicias de Tropas Territoriales, lo Comité de Defensa de la Revolución, la Central de Trabajadores de Cuba o C.T.C y en el caso de las mujeres, desde los 14 años de edad a la Federación de Mujeres Cubanas u otras organizaciones que se dicen selectivas, como la Unión de Jóvenes Comunistas y el Partido Comunista de Cuba.

Para poder trabajar , estudiar o desarrollarse en cualquier esfera de la sociedad, debemos estar “integrados” de algún modo, asistir a las actividades políticas programadas a niverl de cuadra, centro de estudios o trabajo, participar en las Marchas combatientes, las Tribunas Abiertas, hacer las guardias en el centro de trabajo, el comité de la cuadra, realizar todo tipo de trabajo voluntario, donar sangre y cuantas tareas orienten las organizaciones políticas y de masas, por supuesto, participar en la preparación para la defensa y donar un día de haber para Las Milicias de Tropas Territoriales, mantenernos todo el tiempo fingiendo sumisión, aprobando cuanto se diga alzando la mano o aplaudiendo y gritando consignas, siempre de acuerdo a las orientaciones de nuestros dirigentes y como es lógico, amordazando criterios y ocultando verdades.

Solamente a veces nos quitamos la careta a la hora de dormir, pues en la mayoría de los casos no confiamos ni en la almohada, por temor de que nuestra voz se filtre por las paredes y alguien nos denuncie.

Otros, muy pocos, somos los que hemos tenido el coraje y la entereza de espíritu de quitárnosla y mostrar nuestro verdadero rostro. Somos los que a todo riesgo nos hemos enfrentado día a día en batalla campal y desigual en contra de la mentira, la hemos combatido con todas nuestras fuerzas, los que mantenemos nuestros principios e ideales muy en alto, aunque esto conlleve a un costo demasiado elevado, como es perder nuestra libertad. A veces la burla y el desprecio, las amenazas de posible encarcelamiento, pero es preferible esa opción a seguir mancillando eso que llamamos vergüenza; aunque muchos la han perdido, nosotros la conservamos.


Santiago de Cuba,
20 de mayo de 2006

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