24 noviembre 2009

ATROPELLO A LAS DAMAS SANTIAGUERAS



Relatos De amor y de guerra
Capítulo VII

Se convocó a un grupo de madres, esposas, hermanas y miembros del movimiento 26 de Julio a realizar una marcha, desde el Parque de la Libertad, hasta el parque Céspedes. Para ello se confeccionó con tela blanca una banda que cogía todo lo ancho de la calle, sostenida en alto por los brazos de madres vestidas de negro, que habían perdido sus hijos, asesinados por las soldadesca batistiana, sedienta de sangre, en represalia al avance incontenible en las montañas y llanos del ejército rebelde.

Esta cinta decía en grandes letras negras:-

“CESEN LOS ASESINATOS DE NUESTROS HIJOS”

Esta marcha la encabezaba la madre de William Soler, un joven, casi un niño, que había perdido la vida recientemente, Cira Ferrer, Vilma Casero, Esther María de la Torre, las hermanas Clara Luz y Emilia Pantoja y muchas que no recuerdo sus nombres., detrás íbamos una representación de la juventud de aquellos tiempos, vestidas con faldas negras y blusas blancas.

Recuerdo que para esa ocasión me había estrenado una falda negra, ajustada al cuerpo, de una tela conocida por crepé romano, que me daba a mitad de pierna y una blusa blanca de cuello alto.

La marcha transitaba muy despacio y en silencio, bajando la calle Aguilera, al faltar pocos metros para alcanzar el Parque Céspedes, justamente donde existía la Agencia de viajes Panorbe en una esquina (Hoy “Casa del te” y en la opuesta el edificio del Club San Carlos, ya muchas personas se aglomeraban de un lado y otro de las aceras, para observar tan inusual suceso, cuando fuimos violentamente atacadas y dispersadas por gruesos chorros de agua. La policía había llamado a los bomberos. Entre golpes, empujones y la fuerza de los surtidores, a muchas nos derribó al suelo,

Rememoro, que rodé por toda la calle San Pedro, hasta la esquina de Enramadas, a un costado del Teatro Cuba, el golpe de agua fue tan violento y en pleno rostro que por poco me ahoga, Algunos transeúntes me ayudaron a levantarme, toda mojada y enlodada.

Lo que me llenó de vergüenza fue el hecho, que mi flamante falda se había encogido y me daba a mitad de los muslos. En esa fecha no se usaban las mini faldas. Yo con altos tacones, chorreándome el pelo y en esa facha, era el punto de mira de los presentes de la calle Enramadas a esas horas de la mañana estaba muy concurrida.

Me notaban tan abochornada, que manos caritativas me envolvieron en una gruesa toalla y así pude llegar hasta la casa de unas primas en la calle San Germán, esquina a Moncada y cambiarme de ropa.

Este hecho fue divulgado por la prensa local y nacional. En una Revista Bohemia, Edición Extraordinaria, de las primeras semanas de enero de 1959, salió un reportaje, resaltando el penoso acontecimiento y el maltrato recibido por mujeres santiagueras, por no tener otro modo de exigir justicia y respeto a la vida de nuestros jóvenes, que a diario eran ultimados en sus casas o en plena calle, por no estar de acuerdo con la grave y violenta situación imperante en el país, después de la usurpación del poder de Fulgencio Batista.

De mis recuerdos.

Madrid.
21 Noviembre de 2009

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