07 diciembre 2009

EL TELEVISOR DE CHICHITA

Estampa santiaguera

Por todo el barrio se comentaba lo sucedido en la cuadra donde vive Chichita, la tremenda bronca que se originó, cuando se realizó la reunión en el Comité de Defensa de la Revolución, para anunciar, después de un minucioso análisis entre los factores políticos de la zona, a quién se le había asignado el televisor marca Atec chino, que en estos momentos era por méritos, al igual que el teléfono.

Días antes el ejecutivo del comité de la cuadra había repartido las planillas, para poder solicitarlo.

Muchos de los vecinos de la larga cuadra se creían con el derecho de pedirlo, ya días antes se habían sucintado acaloradas discusiones, que si tenían suficientes méritos, que si Pepe fue a Angola, Matilde fue alfabetizadota cuando la campaña de alfabetización al principio de la Revolución, Pancho era de la lucha clandestina, que por poco lo matan (Eso decía él cuando alguien lo quería menospreciar, porque ya no hacía nada) Por lo que muchos opinaban que no se le debía de dar, últimamente no disparaba ni un chícharo, ni cotizaba los 0.25 centavos al mes.

Fefita salía al paso y decía:- ¡Vamos a ver como tocamos! Yo me he pasado la vida trabajando muy duro, tengo acumulados horas de trabajo voluntario más que el cará, (frase muy santiaguera), estoy al día en todo, el comité, la Federación de Mujeres Cubanas, la MTT (Milicias de Tropas Territoriales) Hago guardias en mi centro de trabajo y aquí, recojo materias primas en cantidad, ¡No hay botella o caja de cartón que se me escape! ¡Ah! ¡Y le salgo al paso al cualquier gusano que se quiera manifestar!

De no se sabe donde sonó una trompetilla. Esta enfurecida le repostó:- ¡Goza, que cuando me veas con mi televisor a colores, te vas a morir de la envidia¡ ¡So sala ó!

La noche de la reunión, aunque era la hora de la novela brasileña, todos sus miembros estaban presentes, no quedó ni el gato en la casa, la cuadra se llenó como nunca. Fefita sacó una lámpara de luz fría con una extensión, para que se viera mejor y no hubiese ningún problema a la hora de leer las planillas que traía la comisión. Esta comenzó a examinarlas por el orden de los posibles favorecidos a ganarse el derecho de poder comprar un televisor, que según se decía costaba 550.00 pesos en moneda nacional, a pagarlo al contado.

Cuando, se nombró a Fefita, esta daba saltos de alegría. Por todo lo que se dijo en su biografía, era ella la que se lo había ganado.

Se le enfrió el entusiasmo cuando leyeron la del Dr. Ramoncito, éste aún muy joven había participado en todas las actividades políticas habidas y por haber, tenía tres misiones internacionalistas en distintos países como médico, en Nicaragua, Guinea Ecuatorial y la última, de la que estaba recién llegado en Boswuana.

Fefita saltó muy alterada:- ¡Déjenme explicar algo! – No creo que el Dr. Ramoncito se le deba dar el televisor, pues este no hace guardia en el comité.

El Dr. Ramón pidió la palabra levantando su mano derecha varias veces, cuando los dirigentes sentados en la mesa se la concedieron, explicó:- El no podía hacer la guardia en el comité, porque la tenía cada cuatro días en el hospital donde trabajaba, además que después tenía que seguir trabajando a veces horas extras, ya que él era Especialista en Obstetricia y cuando había un caso, que requería sus cuidados, como pacientes graves o que había que practicarles una cesárea, no se podía ir y que ese era el motivo por el cual no podía hacer las guardias programadas, que a veces coincidían con las de su trabajo.

Hubo muchos comentarios, mientras proseguía la lectura de la relación de aspirantes.

Finalmente la comisión llevó la propuesta de los presentes el caso de Chichita. Esta era una humilde vecina, que por problemas de salud no podía trabajar, además que tenía a su madre inválida, el padre de 90 años y un hijo retrasado mental, que era viuda de un internacionalista que había muerto en Angola. No tenía ni un televisor Krim en blanco y negro soviético y que en sus tiempos de trabajadora, había participando en las zafras del pueblo, la recogida de café y otras labores agrícolas, como regar abono en una granja de Rio Frío por la provincia de Guantánamo, en una Jornada de Girón, había acumulado suficientes méritos, como para otorgarle el televisor, ya que aún con todos sus problemas familiares, era la presidenta del comité y secretaria de un bloque de la Federación de Mujeres Cubanas y que hasta Vilma Espin la había felicitado en una ocasión que participó en un congreso en La Habana. Hacía todas las guardias y cumplía con todas las actividades que se programaran.

Algunos mostraron su aprobación, aún sin llevarse a votación, otros como Fefita no estuvieron de acuerdo, por lo que los ánimos comenzaron a acalorarse y poco tiempo después se armó tremenda discusión. Barbarito, el guapetón de la cuadra comenzó a proferir palabras obscenas ¡Que se metan su televisor…!

Pancho le salió al paso, para corregirlo y éste lo ofendió, por lo que su hijo Panchito salió en su defensa y le dio tremendo piñazo en pleno rostro. Mientras le gritaba:- ¡A mi padre se respeta! ¿Tú ves que no te le puedes parar delante? ¡Acaso tú tiene su historia!
¡so delincuente!

Unos corrían, las mujeres histéricas gritaban. De la cuartería cercana salieron todos los familiares de Barbarito armados con palos y piedras, la mesa donde estaban los de la comisión fue virada al revés, la lámpara de Fefita cayó echa añicos. Por doquiera se escuchan gritos, insultos, golpes a diestra y siniestra, hasta que un vecino llamó a la policía a poner orden y se llevaron a Barbarito detenido con algunos de sus revoltosos familiares.

La reunión se suspendió y se repitió unos días más tarde, con la presencia del Jefe del Sector de la Policía.

Por unanimidad el televisor se le otorgó Chichita, la que con lágrimas en los ojos agradeció a los presentes su apoyo. Ella tuvo que recabar la ayuda de sus familiares, para reunir el costo, demasiado alto para sus posibilidades.

Ya con el dinero completo y sus correspondientes documentos, que la acreditaban como ganadora del equipo salió una mañana y se dirigió a la tienda por departamentos “Novedades Garzón” (Antigua Sears). Allí se dirigió a una dependienta en el área de equipos electrodomésticos y le mostró lo documentos y su carne de identidad, se realizaron todos los trámites de rigor, se probó el equipo electrónico, firmó la propiedad, pagó en la caja contadora y se le entregó dentro de una caja de cartón, bastante voluminosa.

Ya dueña del flamante aparato, salió a la acera, uno de los dependientes la ayudó a trasladarlo del departamento a la acera de la avenida de Garzón.

¿Cómo llevarlo hasta su casa del reparto Vista Hermosa?

Tomó una decisión:- Iría al Parque de la libertad y allí trataría de conseguir un taxi que se lo llevara, aunque le costara caro, no podía hacer otra cosa.

Dejó la pesada caja en la acera, cruzó la transitada calle lo más rápido que sus piernas cansadas le permitieron.

Vino con el taxi a recogerlo, ¿Dónde está? Angustiada se decía:- ¡Yo lo dejé aquí, pegado a la puerta, junto a otras cajas! Después de recorrer inútilmente toda la acera y no encontrar ni rastro, un vendedor ambulante de cucuruchos de maní tostado, le preguntó intrigado al verla buscar algo que no existía.

-¡Señora! ¿Qué usted busca? ¿Las cajas que había ahí? Ella asintió con la cabeza, pues ya tenía un nudo en la garganta, que no la dejaba pronunciar palabras. –Respondió él:-

Pues mire usted ¿Ve esa carro de basura que va Garzón abajo? Vino y recogió las cajas que había en la acera de lo que sacan de la tienda. Ella hizo ademán de salir corriendo a ver si alcanzaba. Este la detuvo.- ¡No señora, no corra, lo malo es que esos carros según le cae la basura la van moliendo!

La infeliz de Chichita se desmadejó sollozando, mientras musitaba:-¿Tanto sacrificio para sucederme esto?


Santiago de Cuba,
24 de abril de 2002

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