29 enero 2010

LA CENA DE CATALINA

Estampa santiaguera

Se acercaba la navidad y el fin de año. Catalina añoraba los tiempos de su niñez y juventud, cuando su padre mandaba a asar al horno de la panadería más cercana o lo hacía en púa en el patio de la casa un puerco grande, iba a “El Baturro” y de allí llevaba una cesta repleta de vinos, turrones de jijona, yema, alicante, dátiles, higos, nueces, avellanas, castañas, uvas y manzanas.
En la cocina, su madre guisaba un caldero de congrí, en las ollas ñame de agua de las lomas de Barajagua del El Caney, se hacían buñuelos de ñame y malanga, una hermosa ensalada de lechugas, tomates, rábanos y pepinos, adornaba la mesa.
Eran de la clase media común, vivían sus padres y hermanos del pequeño negocio de una tienda mixta, muy bien surtida y situada en una de las avenidas principales de la ciudad.
¡Qué alegría alrededor del crujiente lechón! Todos se disputaban el rabo tostadito, pero nadie lo tocaba hasta que sus padres se sentaban uno al lado del otro en la amplia mesa de cedro, cubierta por un fino mantel y con un hermoso ramo de rosas en el centro. El padre con el afilado cuchillo le daba los primeros cortes, después de hacer la oración de Acción de gracias.
En la esquina de la sala el árbol con sus luces intermitentes y sus bolas de diversos colores, alegraba la escena de navidad y a sus pies el nacimiento del niño Jesús en un pequeño pesebre, junto a sus padres y animales
Con el proceso revolucionario a partir de 1959 , la familia se fue desintegrando, unos se iban de la ciudad, otros del país, otros morían y esas costumbres y tradiciones fueron desapareciendo. Ya nada era igual los principales productos escaseaban, por lo general la carne de cerdo, que estaba a precios muy elevados, no acordes a la mayoría de la población. Solo en las tiendas shopping y su venta en dólares se podían comprar algunos turrones y vinos, las uvas y las manzanas apenas se vendían en tiendas preferenciales.
En estos días, a pesar de todos estos inconvenientes, se respiraba el espíritu navideño, aunque las calles y parques no se adornaran, las tiendas shopping exhibían algunos discretos adornos. Las iglesias cristianas se montaban hermosos árboles y nacimientos, muy iluminados, se cantaban villancicos, se celebraban dramas alegóricos y sobre todo se cantaba mucho en honor al Niño Rey. El día de reyes se les celebraba una fiesta a los niños con regalos y dulces, refrescos y caramelos. Lo que ya no se observaba en las calles cada 6 de enero era la Cabalgata con Los Tres Reyes Magos, Gaspar, Melchor y Baltasar, y no era como antes, no había la algarabía de los infantes jugando en las calles con sus recién estrenados juguetes, esta bella festividad también había desaparecido.
No obstante este espíritu había inspirado a Catalina celebrar una cena en su hogar, ya eran una familia muy corta, su hermano y un pequeño perro eran su única compañía.
Para eso contaba con los ahorros que guardaba en una alcancía con la forma de un cerdito, por varios años.
Ese día realizó una buena limpieza en la casa, lavó las viejas cortinas, le sacó brillo a los muebles y si le sobraba algo, compraría aunque sea de la flores más baratas un ramo de radiantes y como antes, las pondría en el centro de la mesa.
Rompió el cerdito alcancía, se puso a contar las monedas de a peso y las hacía bultitos de cinco. Al terminar pudo comprobar que solamente tenía 80.00 pesos y algunas moneditas sueltas.
-¿Qué podré comprar con esto? La carne de cerdo está a más de 20.00 pesos la libra. Por la prensa escrita se anunció que se vendería en las carnicerías a 14.50 la libra, pero no se ha visto por ninguna parte y si la llevan a alguna, se supone las colas y las fajasones serán terribles. Además para hacer una cena decente, me hacen falta otras muchas cosas.
Después de hacer múltiples cálculos, se decidió por comprar un pollo en la Bolsa Negra, de 1 100 gramos, le costó 60.00 pesos, con el resto pudo adquirir un pedazo de ñame, no tan blanco como los de antes, pero…Un paquete de lechugas y algunos tomates. De ese modo su hermano y ella tendrían aunque sea una modesta cena, se sentarían a la mesa y recordarían otros tiempos, frente a la foto de sus padres fallecidos, sin vino ni turrones, pero darían gracias a Dios por estar juntos.
Llegó una vecina y la encontró afanada aliñando el pollo, lo pondría en el horno entero, aunque el gas planificado se le terminara. Esta se brindó a llevárselo a la panadería, donde el hornero era su amigo y no se negaría.
¡ Qué rico! ¡Pollo asado! La boca se le hacía agua de pensar en el delicioso plato. Por pena invitó a la amable vecina, además consideraba un gran favor el llevarle el pollo a la panadería y traerlo asadito.
Unas horas después ya tenía las lechugas limpias, los tomates pelados, el congrí y el ñame cocinados, la mesa vestida con el viejo mantel bordado, herencia de su madre y que se usaba en todos las festividades más importantes. Como no le alcanzó para comprar flores, cortó de una tapia cercana un ramillete de coralillos.
Llegó Rita con el pollo. ¡Umm, qué olor! Hasta el perro Rinki se revolvió y salió de su escondite, donde dormitaba y corría de la sala a la cocina olfateando para la mesa donde permanecía tapado esperando el momento de servir.
El vecino de al lado, también vivía solo, era viudo, sintió el olor y se asomó por la tapia elogiando a la cocinera, por pena le dijo que lo invitaba a cenar. Ya eran cuatro comensales. Se sirvió la mesa y justo cuando se elevaba una oración, Catalina perdió el entusiasmo y fue a abrir la puerta de la calle, un insistente toque, anunciaba otra visita, era una sobrina con sus dos hijos, en el momento de picarlo en cuatro y comenzar a servir.Todos alababan lo delicioso que había quedado el asado, a pesar de lo poco que le tocó a cada uno. Catalina para no quedar mal, fue la más sacrificada, solamente alcanzó los pellejos que separó de la carne. El perro disfrutó en un rincón de los huesos y al parecer muy satisfecho.
Mientras… Catalina triste y en silencio murmuraba: - ¡Tantos sacrificios para qué! ¡Más nunca invento otra cena!

Santiago de Cuba,
24 de diciembre de 2004

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