07 enero 2010

UNA BROMA DE MAL GUSTO

Relato

Si Honorato de Balzac viviera, podía volver a escribir “Las Ilusiones Perdidas”, pero con un tema diferente, algo conmovedor en las circunstancias actuales que vive nuestro país, de escasez, miseria, pérdida de valores, ansias de poseer cosas imposibles, donde los sueños e ilusiones son quimeras inalcanzables para la inmensa mayoría de la población, que vive prácticamente de milagro, sin esperanzas de un futuro mejor, sumidos en la incertidumbre de vivir bajo los dictámenes de la más feroz dictadura que jamás padeció esta nación. Inmersa en desigualdades insalvables, entre la corrupción, el temor a ese poder omnímodo, capaz de aplastar a todo el que se le oponga, donde la vida de un ser humano puede depender del capricho o la rabieta de un tirano despótico y cruel, que no acepta consejos, ni concede perdón.

Frente a estas realidades ¿Qué experimentaría en lo más profundo de su corazón una persona sumida en la más negra de las miserias, que de pronto viera entre sus manos un billete con la cifra: - One millón de dólares? Con las cifras en número, fecha de expedición, bastante actualizada, firma autorizada y todo lo que lleva cualquier denominación de esa poderosa moneda.

Una emoción muy grande, miles de pensamientos de lo se puede hacer con una cantidad semejante y jamás soñada.

María miró a su alrededor:- una casa llena de miseria, despintada, con la urgente necesidad de una reparación. Los pocos muebles muy viejos, algunos ya rotos, las paredes que fueron blancas de un color grisáceo, con moho de la humedad producida por las goteras procedentes del techo en muy mal estado. Las puertas sin cortinas dejaban ver el interior de las dos habitaciones, donde convivían hacinados hijos, nietos, biznietos, sobrinos y animales domésticos.

La vida en el humilde hogar era un reto cada día en que había que gestionar de cualquier forma la supervivencia. Cada uno de los miembros de la familia salía a ver qué y de qué modo lo conseguía. No era fácil, dada las difíciles circunstancias actuales.

Pavel con un amigo iba a una granja avícola a muchos kilómetros de la ciudad, con buena suerte lograban conseguir varios cartones de huevos, si en el transporte en que viajaban no hacía un registro la policía en los puntos de vigilancia o se encontraban con un inspector en el trayecto por la ciudad hasta llegar a su morada, se podía decir que habían tenido un buen día.

Katiuska había salido temprano a “marcar” en una shopping donde supo que iban a vender productos rebajados, Aunque la tildaran de “Merolica” ella se las iba a agenciar para ser una de las primeras, comprar y luego revender, así podría obtener alguna ganancia y “Resolver” el día.

Yurisney, una de las más jóvenes y atractiva, desplegaría todo su arte y coquetería, para sacarle partido a su esbelta figura de color bronceado, la larga e implantada cola de caballo entretejido, la falda corta y el provocador jersey, dejando ver parte de sus túrgidos senos. Iría a la caza de un turista extranjero, no era la primera vez y aunque ya había tenido varios encuentros con la policía, que ronda el Parque Céspedes y los más conocidos hoteles, los cuales la amenazaban que si no desistía de la práctica del oficio más antiguo del mundo, la llevarían a un juicio y de allí a la granja “La Jinetera”, en las inmediaciones de la carretera de Mar Verde, donde las reclusas recibían un trato cruel y degradante, obligadas a trabajar como esclavas, para según el criterio de las autoridades “Reeducarlas”

Había dejado los estudios de preuniversitario, pues opinaba que de estudiar una carrera, le pagarían un salario miserable, inferior a lo que ella se podía ganar en una noche de fiestas, orgías, bebidas y buena comida. Al día siguiente podía ir a una shopping y comprar artículos que nunca sus padres les iban poder dar. A pesar de las recriminaciones de su abuela y las charlas moralistas, que según ella, estaban pasadas de moda. ¡Eso era en tus tiempos!

A María se le salían las lágrimas, pero, ¿Qué hacer? En realidad no podía satisfacer las necesidades de la joven.

Irina no había tenido suerte en la vida, según expresaba, fracasó más de una vez en su intento de ser feliz y encontrar un hombre decente y trabajador, que le ofreciera aunque fuera lo necesario de cada día, tenía dos hijos sin padres, no le quedaba más remedio que trabajar en lo que encontrara, su escaso nivel de escolaridad no le permitía aspirar a algo que no fuera lavar, planchar, limpieza de casas o cualquier otra labor que no se necesitara emplear el intelecto. En la actualidad se había encontrado un trabajo en una casa de alquiler para extranjeros, se trabajaba duro, pero le pagaban bien, aunque la empleadora era muy exigente y había que tenerlo todo que brillara, ni una gota de agua en el piso, ni la más pequeña tela de araña colgando de una pared y sobre todo:- Poca confianza con los huéspedes y mucho menos atreverse a pedirle algo, aunque algunos eran generosos y siempre le dejaban sus propinas a escondida de la rígida señora, por su simpatía y atenciones.

Cristian “El mala cabeza” no le gustaba trabajar honradamente y siempre estaba metido en líos con la policía, ahora estaba en espera de un juicio por u n presunto robo con fuerza. Todavía se le notaban los hematomas por la cara de los golpes recibidos por no querer confesar y denunciar a sus cómplices.

Aniuska vivía de lo que los demás le daban, era enfermiza, casi siempre tenía un ataque de asma y además su único hijo también le había nacido enfermo.

El viejo Vicente, aunque jubilado continuaba tratando de buscarse la vida haciendo cualquier trabajo de carpintería, albañilería, plomero, pintura…

María había lavado y planchado tanto en su vida, que con 60 años padecía una artrosis severa. No obstante hacía Las principales labores de la casa y cuidaba de varios nietos y biznietos. Aunque los nuevos núcleos familiares se cocinaban aparte. ¡Qué odisea! Tener que esperar por la única hornilla eléctrica. La olla arrocera o la multipropósito por turnos. No era una tarea fácil, Las discusiones, las quejas y lamentos por tener una sola libreta de racionamiento y por lo tanto no poder optar por más de un artículo por núcleo, la capacidad del pequeño refrigerador, para tantos moradores…

Con este conmovedor panorama, María se veía con un billete en sus manos de un millón de dólares.

¡Qué suerte! Es una bendición del cielo, el pago a una vida llena de sufrimientos y sacrificios. Pero… ¿Cómo María obtuvo este fabuloso premio?

Cuenta a sus más íntimos familiares y amigos con mucho temor y con el billete metido en un nylon transparente, para protegerlo, que un día fue a la tienda de ropa reciclada,, “El Trianón” de la calle Enramadas más conocida por “Trapichoping” y compró un abrigo, al llegar a su hogar, le revisó los bolsillos, allí oculto en lo más profundo de uno de ellos se encontró el billete doblado en varias partes. ¡Jamás había visto uno igual!

Con mucho recelo y cuidado indagó con una amiga si lo podía cambiar en un banco de la localidad, allí le dijeron que de una denominación tan alta, solo era posible en los Estados Unidos.

Se dice que fue hasta La Habana con el fin de hacer la gestión de cambio y le dijeron lo mismo.

Hizo un comentario con una vecina de mayor nivel escolar que ella y toda su familia, esta asombrada y maravillada le comentó a su vez, con lo que ella consideraba de una inteligencia superior y además con mucha experiencia por haber viajado más de una vez al extranjero, ser una persona de sobrada seriedad.

Cuando se lo contó por teléfono, esta no pudo dormir esa noche ¡Un millón de dólares!
Mil ideas le pasaron por la cabeza.

Al día siguiente había tomado una decisión.-Hablaría con la dueña de la inmensa fortuna y se ofrecería a viajar a Estados Unidos, cambiar el billete si le daba el diez por ciento. ¿Quién mejor que ella? Poseía una doble nacionalidad y podía salir y entrar con facilidad a cualquier país.

Dándole vueltas y más vueltas a la idea, pensó: - Debido a las nuevas tecnologías del mundo moderno, podía cambiar el billete, solicitar a un banco previo depósito, una tarjeta y así podría traer la elevada suma en una tarjeta de crédito, pues de pensar en una pérdida o robo no tendría valor para enfrentarse a esta pobre familia que había depositado su confianza en ella. Digo si María estaba de acuerdo en que fuera ella quien le realizara la operación.

A su vez Esperanza se hizo muchas ilusiones, se conformaba con el diez por ciento, con esa suma era suficiente para poder ayudar a su familia y hacer obras filantrópicas, como a ella le gustaba. Se había hecho el propósito de ser lo más honrada posible, por nada del mundo le cogería un centavo de más y trataría que la operación se efectuara en el menor tiempo posible. Para ello debía actualizar ambos pasaportes, lograr que alguna persona le hiciera una invitación por un tercer país, pues para Estados Unidos no era fácil en los momentos actuales logar una visa temporal, aún para ciudadanos residentes en Cuba con otra nacionalidad. Según pudo informarse el requisito era similar a u n ciudadano cubano, se debía pedir por un familiar en Estados Unidos una cita por teléfono, para después ir a una entrevista y ya los turnos andaban por el 2008, por lo tanto debía viajar a España y de allá a la otra nación y viceversa.

Todos estos trámites eran costosos, pero valía la pena si al final podía disponer de $100.000 dólares.

En sus sueños se veía efectuando un periplo por las principales ciudades españolas, las que siempre anheló conocer, hasta tomaría un avión y visitaría Las Palmas de Gran Canaria, donde había nacido su padre, abuelos y tíos.

Al regresar sería generosa con toda la familia y amigos necesitados, le compraría una casa a su sobrina que vivía agregada y sufría mucho, a los demás le daría una buena suma, para resolver sus más perentorias necesidades, además de traerles una buena maleta cargada de regalos a cada uno, no se olvidaría de los más pobres, ni de sus hermanos de la iglesia a la que además daría un espléndido diezmo.

¡Qué sueños tan lindos!

Al día siguiente aún sin poder creer que fuera cierto lo del billete y su alta denominación, se presentó en casa de María, le pidió que le mostrara el billete. Esta lo sacó de su escondite y se lo enseñó. En efecto, era un billete de un millón de dólares.

Le hizo la propuesta, no sin antes hacerle saber que ni ella ni su parentela podía obtener una visa para ese país, que ella podía hacerlo con la promesa y la seguridad de que no se quedaría en ningún estado, ni le cogería su dinero, que para ella sería anatema, si la traicionaba.

La noble María estuvo de acuerdo, por lo que Esperanza le dijo que en breve comenzaría a tramitar los documentos necesarios para el viaje, que representaba un gasto, pero que valía la pena.

Esa noche Esperanza tampoco pudo dormir, pensando como se haría para sacar del país semejante billete, Debería tomar las más grandes estrategias y precauciones, pues de ser detectada, lo más seguro era que las autoridades se apropiaran de él.

En la larga noche le vino una idea a la mente:- ¿No será falso? Eso sí sería fatal, había que comprobarlo, pues de salir del país y presentarse en un banco podía ser detenida y acusada. ¡Qué horror! El sueño se podía volver una pesadilla.

Temprano fue de nuevo a casa de María, le contó su preocupación. Ella volvió a mostrarle el billete. Lo revisó minuciosamente por todas partes, tenia las firmas y al parecer todos los requisitos exigidos, pero… al ponerlo contra la luz no se le veía la raya de seguridad, ni tampoco la cara del patriota que tiene todos los billetes, hasta los un dólar.

Al expresarle que le parecía falso, a María por poco le da un infarto, solamente murmuró:- ¡Qué jarro de agua fría me ha caído encima!

Sin duda, había sido una broma de mal gusto.

Ya me lo figuraba, decía Esperanza con tristeza, debería ser un excéntrico o un loco, regalar un millón de pesos con tanta facilidad…

Para ambas el castillo de naipes de sus respectivas ilusiones se había venido estrepitosamente abajo.

Nada, que la felicidad en casa del pobre dura poco.

(Escrito en la media noche del día 2 de noviembre de 2006 en Santiago de Cuba, por:

Haydée Beatriz Rodríguez Rodríguez.

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