06 febrero 2010

FRUSTRADO SABOTAJE

Relatos De amor y de guerra
Capítulo XVIII

El año 1958 fue decisivo, la consigna de los revolucionarios era:- Vencer o morir, se arriesgaba la vida en cada acción, no obstante, nadie vacilaba, se cumplían las órdenes más peligrosas, costara lo que costara.

Margarita Godinez Bandera, era la novia de mi hermano Nino, (Con el seudónimo de Ricardo) así era conocido por la mayoría de los componentes del movimiento, ya que era una medida de precaución, por si detenían a un miembro y lo torturaban para que dijera quienes se reunía y quienes eran sus jefes, al no saber su verdadera identidad, les era más difícil identificarlo. Esta medida salvó muchas vidas.

¿Quién era Margarita? Era una joven que había venido a refugiarse en casa de una tía, que poseía un jardín nombrado “La Georgina” entre la carretera central y la carretera de Cuabitas, en las inmediaciones de la Universidad de Oriente, procedente de Majaguabo, municipio San Luis, por ya estar involucrada en distintas actividades y peligrar su vida, de ser detenida..

Era muy reservada y modesta, se había ganado la confianza de sus jefes en la clandestinidad, primero bajos las órdenes del capitán Adalberto Lora (fallecido en combate en el asalto al cuartel de Ramón de las Yaguas) Después de el que lo sustituyo, capitán Rosendo Lugo, también apodado Narciso, que había venido de La Habana.

Esta vez se debía realizar un peligroso sabotaje, se debía quemar, mediante el lanzamiento de cócteles Molotov la nave perteneciente a la Compañía de Electricidad, ubicada en una corta calle, que terminaba frente a los muros de la antigua Clínica Sagrado Corazón a la izquierda, salía de calle 10, del Reparto Sorribes, tomando por la carretera de Cuabitas.

Era tarde en la noche y se suponía que el sereno estaría solo. Viajaban en un auto, el chofer, el que tenía las órdenes de que el motor no se apagara, para después de realizado el sabotaje, huir velozmente, dos mujeres y un joven, que era el encargado de tirar el artefacto ya encendido lo más rápidamente posible.

Al llegar al lugar señalado, el auto se acercó lo más posible a la entrada, el joven que debía cumplir la misión, encendió la mecha, pero al ir a lanzarla, se le enredó y se la tiró encima, prendiéndose fuego. Por instinto, trató de alcanzar la puerta y salir del auto, hecho una antorcha, Margarita y su compañera, que vestían amplias faldas paradoras, entre las dos lo sujetaron y envolvieron en sus ropas con energía, logrando apagarlo.

Por supuesto, el auto, dio marcha atrás violentamente, antes que el sereno los denunciara y en esa pequeña calle sin otra salida, fuesen ultimados.

¿A dónde llevarlo? De ir al hospital más cercano, podían haber sido ya delatados.

Se trasladó a una casa segura, se buscó un médico de confianza, que le aplicara los primeros auxilios.

El joven era de la raza negra, había perdido la piel de toda la parte quemada y se veía blanco.

Parecía imposible, pero se salvó, gracias a los cuidados recibidos y la audacia de sus compañeras de lucha.

De mis recuerdos.

Madrid,
20 de noviembre de 2009

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