03 marzo 2010

UNA HERMOSA SERENATA

Relatos de amor y de guerra, capítulo VI.
No era la primera vez, pero sí la consideré la más hermosa.

Entre mis enamorados de aquellos tiempos, estaba Taras Domitro Terlebauca, hermano de Mirtha y América la novia de Frank País. Lo había conocido en una reunión que había efectuado el Movimiento 26 de julio en la casa de los Colomé Monserrat, en el poblado de El Caney., Nos vimos algunas veces casualmente. La propia América me lo había dicho sonriente:- Vamos a ser cuñadas, mi hermano está enamorado de ti. Guardé silencio, para no herirla, pero su hermano no era mi tipo, muy blanco y el color que me fascina era el trigueño.

Una noche al claro de la hermosa luna llena, me encontraba en mi lugar favorito pasándome el fin de semana, en la finca “La Dolorita” de El Rodeo, El Caney, en la casa de la familia López Ortiz, a los que consideraba también como mi verdadera familia.

La amplia casona ,pintada de blanco con las ventanas y puertas color caoba, muy bien amueblada, con cortinajes floreados, cuadros y valiosos adornos de cristal y porcelana, frente a la carretera, de cuatro corredores cubiertos de enredaderas, cómodos balances de cedro y con habitaciones de ambos lados de la sala, saleta y comedor, al frente un bien cuidado jardín, con una extensa vista de los caminos que conducían a Zacatecas, a la antigua Colonia Infantil, que era un centro de rehabilitación de niños pobres, (Después de l959 se convirtió en una cárcel y ahora en la actualidad en un Hospital Psiquiátrico) Desde la altura se divisaba parte de la carretera que conduce a El Caney, las amplias residencias y propiedades de los Fernández Quintana y hasta las lomas de El Bonete . Rodeada de frondosos árboles de mango de distintas variedades, al fondo una enramada de donde colgaban racimos de uvas, matas de granada, limones, anones y mamoncillos. Para mí era un lugar paradisíaco, con la carretera de frente, los chalet blancos y rojo de Villa Florida con los boscosos eucaliptos, flamboyanes y diversas plantas ornamentales, macetas de flores colgando de los portales, al fondo donde se divisaban las altas montañas de Zacatecas, Villalón y El Escandell.

Una de las habitaciones del ala derecha, la ocupábamos Martha, (Nieta de los López Ortiz) y yo. Era cerca de la media noche y ambas despertamos al escuchar bellas melodías acompañadas de guitarras. Era una serenata. Sigilosamente abrimos una hoja de la ventana de el frente, ambas muy emocionadas pudimos observar sobre el Cadillac negro de Anaya, un joven que vivía al lado de la familia Lamela Font, a la entrada del pueblo, a Frank País tocando una de las guitarras, a Joel Jordán, José Luis Fernández, Taras y otros jóvenes del pueblo. Cantaban entre otras bellas canciones de amor: “Despierta, dulce amor de mi vida, despierta si te encuentras dormida”.

Como Martha tenía su novio de muchos años Ruben Alvarado y él no estaba presente, pues supusimos que era dedicada a mí.

El ensueño se rompió bruscamente, el abuelo Jacobo Lòpez., se despertó y era sumamente recto, comenzó a rezongar y nosotras muy asustadas cerramos la ventana y nos metimos en la cama a toda prisa. Tapadas y haciéndonos las dormidas, seguíamos disfrutando de la serenata. El abuelo salió al patio trasero y tomó un cubo de agua y se dirigió a la puerta de la entrada principal y con toda su fuerza se las arrojó a los improvisados cantantes.

¡Qué vergüenza! Me pasé un buen tiempo sin dejarme ver por el pueblo. A Taras jamás se le ocurrió volver a dirigirme la palabra. ¡Qué pena!

de mis Recuerdos

Madrid, julio de 2009

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